Para la tabla “Sucesos” de Retos Ilustrados.
Reto: Miedo, número 4.
*Se abre el telón y que empiece la función*
Aurore no puede conciliar el sueño. Hay algo en esa horrenda habitación de invitados que no le permite cerrar los ojos en un plácido y dulce sueño. Se abraza un poco más a su oso de peluche. Quiere sentir el calor de ese ser que la ha acompañado desde el día que cumplió los tres años y abrió aquel paquete.
El tic-tac del reloj sigue molestándola. Lo lleva escuchando desde que se acostó en la cama. Ahora se oye un coche pasar derrapando. Y otro le sigue. Luego el silencio. Las luces de la calle iluminan tenuemente la estancia. Recorre con la mirada la estantería repleta de muñecos siniestros, la mesita llena de lápices de colores y el sinfín de cuadros que hay en la pared.
Se oye un gruñido. Aurore se abraza más al peluche. El sonido parece venir de debajo la cama. Cierra con fuerza los ojos, deseando que todo pase. Siente como algo se desliza desde los pies hasta arriba. Poco a poco. Es suave y sedoso. Nota como se acurruca a su lado; como se aprieta a su espalda.
Se da la vuelta lentamente. Primero no ve más que una silueta. Luego, sus ojos rojos se clavan en los suyos. Sea lo que sea, muestra unos dientes afilados que brillan misteriosamente. El animal se prepara para atacar. Aurore se aparta lo más rápidamente que puede, pero ella es lenta. La bestia le estira los pelos y clava sus dientes en su cuello. Aurore grita.
De repente las luces se encienden y aparece su madre con la bata de dormir. Un sollozo sale de la voz de la niña, que abrazada a su osito de peluche, sigue gritando.
—Aurore, cielo, ya está. No ha sido más que una pesadilla —la tranquiliza su madre.
Sí, una pesadilla. Con el comecocos. Deja de llorar. No ha pasado nada. Su madre la acuesta de nuevo. Ella se seca las lágrimas y trata de conciliar el sueño de nuevo. Se repite que solo ha sido un malsueño. Pero Aurore escucha una risilla. Y sabe que no ha sido una pesadilla.
*Cae el telón*
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